Son muchas las veces que hemos estado en Alicante, la mayoría por trabajo, pero no deja de sorprendernos que nadie nos haya recomendado subir hasta el Barrio de Santa Cruz, un lugar encantador de interminables escaleras que suben y suben hasta casi rozar el Castillo de Santa Bárbara.
Santa Cruz hace caso omiso a la desordenada evolución urbanística a la que se ha visto sometida Alicante, manteniéndose, para deleite de vecinos y visitantes, anclada en el tiempo. Aunque en la intimidad de los hogares el progreso no deja de fluir, en sus estrechas calles, repletas de originales y estridentes ornamentos , el pasado sigue presente.